Autor: D. José Rodríguez Delgado (1.973)
PRIMERA ESTACION
JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
Como siempre, el eterno problema del hombre, …“el dinero”. Por treinta monedas de plata, ayer, como hoy, un amigo vende a otro. Judas no duda un momento en entregar a los jueces a Jesús por un puñado de monedas, y Jesús es apresado por el delito de predicar el Amor. Por dinero, un Juez, como hoy también, no duda en condenarlo a muerte, después de que en el juicio lo encontrase inocente. La desvergüenza del hombre, sigue corriendo paralela al tiempo. Judas no solo vende a Cristo por unas monedas, sino que para entregarle lo hace de la manera más vil y desvergonzada que pueda existir… con una señal de cariño, con un beso. ¡Cuantas veces se repite la misma historia en el mundo!. ¡Cuantas veces estamos sonriendo a ese que llamamos amigo y por detrás, como nosotros sabemos hacer las cosas, lo vendemos!. Por dinero, cuantos se odian, cuantos no tienen inconveniente en matar a su hermano, en abandonar a sus padres, en destruir una familia. Por dinero, cuantos crímenes se cometen, cuanta injusticia.Pero nosotros, como Judas, seguimos tendiendo la mano al dinero mientras besamos a Cristo. Como Judas, tendemos la mano para abarcar las cosas que el mundo ofrece y no dudamos un momento en traicionar y condenar al mejor de los amigos.Jesús, enséñanos EN SILENCIO esta noche a desprendernos de todo lo inútil que nos rodea para que en nuestra vida no haya nunca dos señores, sino un solo Amor…. el Tuyo.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
SEGUNDA ESTACIÓN
JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
Un juez cobarde y un pueblo suicida. Sueltan a un criminal como Barrabás y a coro, un pueblo grita, ¡ crucifícale, crucifícale !. Muerte de Cruz. Un juez comprado con dinero, por temor a perder sus privilegios, hace caso a los poderosos de siempre y entonces, decreta la muerte de Jesús con el castigo previo más horrible. He ahí tu Cruz, Señor…. tu Cruz…. Como si hubiera realmente una Cruz tuya. Tú viniste a salvar al hombre, a curarle la probada iniquidad de sus pecados, a sanar su podredumbre, y así cargas uno a uno con los pecados de la humanidad, mis pecados, los pecados de este pueblo que te sigue para que, purificados, podamos llegar un día al lugar de reposo que Tú nos has preparado. Por eso, ahora camina… dóblate… sufre. Yo no podría nunca calibrar el peso de mis culpas pero Tú, que soportas ese peso, sí. Nosotros no podemos medir el daño y el dolor que causamos cuando traicionamos a un amigo, cuando aquel abandona a su familia, cuando el otro amañó aquel negocio que arruinó la empresa y a las familias que de ella vivían. No podemos saber el dolor que causamos cuando colaboramos a la propagación de una inmoralidad entre almas todavía inocentes, cuando volvemos la espalda a aquellos que necesitan de nuestra persona y de nuestro dinero, de nuestra influencia. No, Señor, yo no puedo medir el peso de mis culpas que son incontables. Por eso Tú has venido a cargar con todas las culpas para enseñarnos que el Amor, tu Amor, lo transforma todo, hasta mis pecados en Salvación Eterna. Perdona Señor a este pueblo, a estos hombres. Perdona Señor en tu Misericordia y en tu SILENCIO, al mundo entero.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
TERCERA ESTACION
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
!Hombres y mujeres de Lucena,…. Jesús ha caído¡. Por un momento se le vio tambalearse, y al fin se desplomó. También nosotros, Señor, confiados salimos a tu encuentro y míranos aquí caídos. Y
creíamos que nos habíamos dado del todo a Ti, definitivamente. Pero hemos visto una flor marchita en el camino y te hemos dejado. Hemos dejado la embarazosa cruz y nos hemos salido del sendero.
Porque es duro ayudar a nuestros hermanos a arrastrar su fardo, porque es molesto dar la razón al contrario, porque es de tontos repartir lo que tengo con el que no tiene nada. Y por todas esas
cosas, te hemos dejado. Nos hemos salido del camino, te hemos cambiado por nada. Señor, danos a todos los lucentinos, a todos los hombres y mujeres de España y del mundo, fuerzas para salir en
pos de Ti, dejando y despreciando todas esas cosas que Tú sabes que nos atan. Danos, Señor, la ilusionada esperanza de saber que nunca pondrás sobre nuestros hombros, una carga más pesada de la
que puedan resistir nuestras fuerzas.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
CUARTA ESTACIÓN
JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
¡Qué pena me da, Señor, de tu pobre madre!. Ella te sigue. Sigue a la humanidad en su camino de la Cruz. Ella va entre la masa, anónima, pero no quita un instante los ojos de Tí. Ni uno de tus
gestos, ni uno de tus suspiros, ni uno de tus golpes, ni una de tus heridas, ....le resultan extrañas. Ella conoce tus sufrimientos y los sufre, sin acercársete, sin hablarte, sin tocarte,...
Pero contigo, Señor, ella salva al mundo. A menudo nosotros, que salimos con bríos para acompañar a nuestros hermanos en su camino, al mezclarnos entre los hombres, somos aplastados por el mal y
ya nos sentimos incapaces de salvar este mundo. Está demasiado podrido. A cada recodo del camino nos encontramos con más injusticias y con más impurezas. Señor, ponnos de una vez por todas
delante de tu Santísima Madre, nuestra Virgen de Araceli, para que como Ella, aparentemente inútil, la ineficaz a los ojos de los hombres sin Fe, sepamos andar mezclados entre los hombres ávidos
de saber de sus dolores y de sus males. Ayúdanos, para que, sufriendo, como tu Madre, los dolores del mundo, rescatemos para Ti a los hombres, nuestros hermanos.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
QUINTA ESTACION
EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
Venía del campo. El pasaba por allí y ellos lo requisaron. Dio la casualidad de que fuese Simón, un desconocido. Y Tú, Señor, aceptas la ayuda. Tú no exiges siquiera ni un gesto de Amor. El hermoso gesto de un amigo generoso hacia el amigo agotado y burlado. Tú has cogido el gesto de “encargo” y siendo Todopoderoso te haces ayudar del hombre impotente, del hombre sencillo, de un trabajador. Y es que Tú, Señor, siempre tienes necesidad del hombre. Lo mismo que nosotros los hombres, tenemos siempre necesidad de los demás, porque la ruta de nuestra vida es muy dura para recorrerla a solas. Pero no… nuestra soberbia nos hace caminar solos, luchar solos, triunfar solos. La recompensa no queremos compartirla con nadie. Eso sí,... precisamos a los otros, pero los utilizamos como si fueran peldaños de una escalera, para pisarlos y subir más arriba. Y vamos tan ciegos caminando hacia la meta del “tener” y del “poder”, que a nuestro lado camina la esposa, los hermanos, los compañeros de trabajo, el amigo, y no los vemos. Tú los has colocado ahí, junto a nosotros, pero seguimos ignorándolos a cada paso. Y sabemos que unidos todos, que cogidos todos los hombres de la mano, cambiaríamos este mundo de injusticia, odio y guerras, por el mundo de paz que Tú viniste a instaurar. Pero no... cada vez más odios, más rencor, más envidia. Jesús, ilumina nuestra mente y transforma nuestro corazón para que sepamos aceptar, como Tú, a todos los cirineos que salgan al paso de nuestra vida. Danos la generosidad suficiente para aceptar la ayuda de los demás.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
SEXTA ESTACION
LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
Señor, ella te ha mirado largamente, ha sufrido contigo y, no pudiendo más, ha atropellado a los soldados y con un fino lienzo ha enjugado tu rostro. ¿Quedaron tus rasgos sangrientos grabados en el lienzo?.. puede ser. En su corazón, ciertamente quedaron. Nos hace falta, Señor, contemplarte largamente, gratuitamente, como el hermano pequeño admira al hermano mayor. Señor, queremos parecernos a Ti, y para esto hace falta mirarte. Entre las amarguras del camino has encontrado el alivio de esa mujer que ha salido a tu paso para limpiarte el rostro, cargado de sudor, salivazos y lágrimas. Y nosotros, Señor, si fuéramos capaces de mirarte a los ojos como lo hizo la Verónica, saldríamos también al encuentro de todos los hermanos nuestros que sufren humillación, miseria y dolor, y aliviaríamos también sus penas. Pero cuantas veces paso delante de Ti, despreocupado, o me aburro cuando me paro y te miro, …y así le estoy ofreciendo a los otros una muy triste caricatura de Ti. Por eso te pedimos perdón por nuestra mirada opaca, miope, porque ellos no ven en nuestra mirada tu Luz, tu Amor. Perdón, Señor, por mi cuerpo ávido de placeres…. ellos no adivinan, al fondo, tu presencia. Perdón, Señor, por nuestro corazón lleno de cosas inútiles…. ellos, en un corazón tan cargado de cosas absurdas, no encuentran en el tu Amor. Pero Tú, Señor, ven de todos modos a nuestra casa y abre nuestras puertas de par en par, para que también a nosotros nos alcance el alivio de tu mirada de perdón.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
SEPTIMA ESTACION
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
Ya no puedes más, Señor. De nuevo está tu rostro en tierra. Esta vez ya no es sólo el peso de la Cruz quien provoca tu caída, sino la fatiga acumulada, el cansancio. Y es que pesan tanto nuestros pecados. Y nosotros, Señor, enseguida nos habituamos al mal, …una infidelidad aquí, una falta de generosidad allá, y nuestra mirada se ensombrece, ya no vemos los obstáculos, ya no vemos a los demás en el camino. Nuestros odios se cierran, ya no oímos las quejas de los hombres y así, nos encontramos como Tú, en tierra, lejos del Calvario que Tú nos has trazado. Y es que Tú, Señor, necesitas más Cirineos que te alivien a llevar esa pesada carga, que a fin de cuentas, es nuestra, es la carga de nuestros pecados. Pero... ¿encontrarás entre nosotros quien salga valientemente a abrazar la Cruz y seguir detrás de Ti?. No, Señor,… como los invitados del Evangelio, presentaremos como siempre nuestras tontas excusas, … mi trabajo, mi familia, mi negocio. Sí, Señor, son las mismas excusas de siempre para no ayudarte. Y sabemos que podemos ayudar a Cristo, ayudando a nuestros hermanos. Pero ahora te pedimos, Señor, que nos ayudes a ser valientes, a salir al encuentro de la injusticia, de la vanidad, del orgullo. Te pedimos, Señor, que nos des siempre energía para poner Amor donde no lo hay, justicia donde existe la injusticia, generosidad y entrega donde reina la miseria y el dolor, caridad y compresión en nuestro continuo trato con los hermanos.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
OCTAVA ESTACION
JESÚS REPRENDE A LAS HIJAS DE JERUSALEN
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
Un grupo de mujeres, movidas por la curiosidad o atraídas por la bondad de Jesús, salieron al camino para presenciar el trágico cortejo y la dolorosa escena, y no pudieron contener las lágrimas. Ellas lloran, …se comprende…. “¡si vierais como lo han dejado!”. Pero esas mujeres son impotentes, no pueden intervenir y así, al no poder hacer otra cosa, lloran de compasión. Pero, Señor, Tú que las viste, les dices… “Llorad más bien por vuestros pecados”. Apiadarnos de tus sufrimientos y de los sufrimientos del mundo, eso también sabemos hacerlo nosotros. Pero llorar por nuestros pecados, eso ya es otra cosa. Nos gusta mucho lamentarnos de los sufrimientos de los demás,… es más fácil. Pero llorar por nuestras propias ingratitudes y pecados, eso, Señor, es otro cantar. Nosotros siempre encontramos culpables la política, la economía, el trabajo, el prójimo, e incluso la propia Iglesia. Todos, …todos en el mundo son los culpables,… menos nosotros. Enséñanos Tú, Jesús, a saber reconocernos como pecadores, a saber llorar con verdaderas lágrimas de arrepentimiento por nuestros propios pecados. Enséñanos a comprender, Dios nuestro, en esta escena, que tu sufrimiento es a causa de nuestra maldad, y danos tu gracia y tu perdón para desterrar el mal de nuestra alma.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
NOVENA ESTACION
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
¡ Otra vez !. Los soldados gozan golpeándole. Él no se mueve. ¿Estás muerto Señor?... No, no está muerto. Pero si al límite de sus fuerzas. Minuto de angustia terrible. Jesús cae extenuado bajo el peso del madero… nuestros pecados, tantas y tantas veces cometidos, siguen empujando el leño de la Cruz para que Jesús caiga aplastado bajo el. ¡Otra vez Señor, seguimos cayendo como Tú a cada paso de nuestra existencia!. Tú has caído en la misma cima del Calvario, pero nosotros jamás lograremos llegar. Y por eso, Señor, te pedimos perdón. Porque sabemos que es ahí donde Tú estabas esperándonos, para medir nuestra confianza en Tí. Si nos desanimamos estamos perdidos. Mientras luchemos, seguimos estando salvados por Tí, pues Tú has caído por tercera vez, pero ya en la cima del monte al final de tu camino. Por eso ahora, Señor, te pedimos que nos ayudes a seguir junto a Tí, hasta ese Calvario, con nuestra propia Cruz, para poder después gozar de tu eterna gloria.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
DECIMA ESTACION
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
Con furor y sin piedad, los soldados arrancan los vestidos a Jesús. Las heridas vuelven a sangrar. La túnica que, por los efectos del sudor, forma parte ya de su propia piel, al ser arrancada con fiereza, provoca en su carne un estremecimiento de dolor indescriptible. Las heridas vuelven a sangrar a borbotones. Era lo único que te quedaba, Señor. Le tenías un cariño especial a esa túnica que con tanto cariño te había tejido tu Madre. Pero aun eso, sobraba. Para Tí una sola cosa es necesaria… tu Cruz. Ahora todo lo que te separaba, ha desaparecido. Al fin podéis Tú y tu Cruz, desposaros para siempre y, trágica pareja, así vais a salvar al mundo. Sabemos, Señor, que nosotros también debemos abandonar todo esos vestidos de ceremonia que nos estorban en la vida y nos esconden a tus ojos. Ese “tener” que nos ahoga y nos separa de Tí y de los hombres. Y sabemos que, poco a poco, debemos hacer morir nuestra vida a todo aquello que no sea fidelidad a tu voluntad. Pero eso no nos gusta. Hay que estar muriendo siempre. Eres muy exigente. Nos pides que lo demos todo para seguirte y a nosotros dar nos gusta muy poco. Porque comprendemos lo mucho que nos quieres, te pedimos en esta noche que nos hagas más generosos, que comprendamos de una vez por todas lo que Tú nos enseñaste… que si el grano de trigo no muere, no puede nacer una nueva espiga. Señor, que sepamos morir, como Tú, para que nazca en nosotros el hombre nuevo que Tú deseas.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
DECIMO PRIMERA ESTACION
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
Señor, te extiendes en la Cruz todo lo largo que eres. ¡ Ya está !… ¡ Perfecto !. No hay nada que tocar… te está a la medida. La ocupas toda entera y para que quedes bien seguro, dejas a los hombres que te claven cuidadosamente a sus leños. Esto sí que es un trabajo bien hecho, a conciencia. Ahora, Tú coincides plenamente con tu Cruz, encajas en ella como al pieza de un ajustador. Tú, Señor, quisiste llegar a esa precisión. Así, Jesús, nosotros debemos unir nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestro espíritu, y tan largos como somos, tendernos, como Tú, Señor, sobre la Cruz del momento presente. No tenemos derecho a elegir la madera de nuestra pasión, la Cruz la tenemos preparada a nuestra medida. Tú, nos las ofreces cada día, cada minuto, cada momento de nuestra vida y nosotros debemos ocuparla. No es agradable, Señor. El momento presente es tan estrecho que no hay modo de darse la vuelta. Pero sabemos que no te podremos encontrar en otra parte. Es ahí donde Tú nos esperas. Es ahí, donde Tú y nosotros juntos, salvaremos a nuestros hermanos los hombres.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
DECIMO SEGUNDA ESTACION
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
Todavía unas horas, unos minutos, unos instantes. Hace ya veintiún siglos que dura esto. Veintiún siglos, Señor, que vienes muriendo, minuto a minuto. Y ya no puedes seguir escapando. Ahora estás aquí, volcado hasta el fin de tu vida, al final de tu camino, acorralado frente al vacío. Ya…. Hay que dar el paso de la entrega, el último paso de la vida, que desemboca en la muerte. Tres horas de agonía son largas. Tienes que decidirte Señor, está todo preparado. Ya estás inmóvil en la Cruz. Has logrado morir a todo lo que no fuera abrazar esos palitroques en forma de Cruz para la que has nacido. Pero aun circula la vida por tu Cuerpo clavado. Mira a la humanidad que, sin saberlo, espera todavía el grito de su Salvador. Tus hermanos están ahí y te necesitan. Tu padre se inclina y extiende sus brazos. ¡ Sálvanos ! ¡ sálvanos ! ¡Mirad, loco de amor ha levantado la vida, ha levantado el pecado del mundo y en un grito lo ha entregado todo!. “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. Hermanos, Guardad SILENCIO, Cristo acaba de morir por nosotros.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
DECIMO TERCERA ESTACION
JESÚS ES PUESTO EN LOS BRAZOS DE SU MADRE
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
Tu obra está concluida. Puedes dejar tu herramienta e irte a descansar, te lo has ganado bien. Y lentamente, te deslizas como un hombre fatigado del trabajo que se cae de sueño. Tu Madre te recibe en sus brazos:… “¿Cómo éstas hijo?”. “¡Estás muerto de cansancio!. Quizás el Padre no te pedía tanto.” Pero Tú descansas en paz. Sobre tu rostro calmo y apaciguado, hay un brillo de gozo. Es el reflejo de tu conciencia tranquila. En verdad que has hecho sufrir mucho a tu Madre, pero Ella está orgullosa de Tí. “Duerme ahora pequeño mío”. Tu madre te mira y vela tu sueño. Y nosotros también nos dormimos cada día. Pero… ¿en que estado a veces? Madre nuestra de Araceli, ¿aceptarás Tú, a pesar de todo, el velarme cada noche?. Es cierto que nuestro cuerpo está cargado de impurezas, pero nuestro corazón pide a gritos perdón. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.
DECIMO CUARTA Y ULTIMA ESTACION
JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO
Te adoramos Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.
No hablemos ya más de ello. Volved todos a vuestras casas. Él ha sido enterrado y la piedra está ya colocada. La familia llora, los amigos están desamparados. Ahora sí que todo acabó. Pero no, Señor, esto no se ha acabado. Tú estas en agonía hasta el fin de los siglos, yo lo sé. Los hombres se relevan en el camino de la Cruz. La resurrección no será completa más que al fin del camino del Mundo. Y nosotros estamos en el camino, cada uno tenemos nuestra parte. Juntos nos vamos repartiendo a lo largo del tiempo lo que Tú te has encargado de divinizar. Esta es nuestra esperanza y nuestra invencible confianza, Señor. No hay ni un pedazo de mi pequeño dolor que Tú no hayas transformado en infinita redención. Señor, ayúdanos a recorrer fielmente nuestro camino. Ayúdanos sobre todo a reconocerte y a ayudarte en todos mis hermanos de peregrinación. La vida del cristiano es vida de esperanza. Dios no engaña. Sus palabras no pasan. Cristo ha prometido estar con los hombres hasta la consumación de los siglos.
Padre Nuestro ... Ave María ... Gloria ...
Señor pequé. Tened piedad y misericordia de mí.