Un poco de Historia

La estación de penitencia es el nombre que se da a la procesión que las hermandades pasionistas realizan en Semana Santa por las calles de distintas ciudades españolas. Los nazarenos acompañan a las imágenes titulares de sus hermandades organizados en dos o incluso tres filas (dependiendo de la hermandad) y el silencio y la oración deben estar presentes desde su comienzo hasta el final.

En sus orígenes (s. XVI) las cofradías solían hacer estación de penitencia en un número simbólico de templos (por ejemplo, cinco por las Cinco llagas de Jesucristo o siete por las Siete Palabras de Cristo en la cruz) en los que hacían adoración al Santísimo Sacramento el Jueves Santo y donde solían recoger las limosnas que les ofrecían los fieles que Jueves y Viernes Santo asistían a los Oficios Divinos o llevaban a cabo devociones privadas.

 

En este mismo período, los itinerarios a recorrer por las cofradías no estaban previamente fijados ni pactados entre ellas, lo que daba lugar a frecuentes conflictos a la hora de determinar el derecho de paso de cada una con respecto a otra con la que se hubiera encontrado en un punto dado de su recorrido.


Así pues, y para poner fin a los altercados que en estos casos se producían, ya desde principios del s. XVII las autoridades eclesiásticas empezaron a imponer recorridos y estaciones forzosas a las cofradías. A este respecto, la normativa más conocida y la que históricamente ha dado lugar a las más famosas estaciones de penitencia de la semana santa española, fue la obligada estación a la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Sevilla impuesta a todas las cofradías de penitencia de la ciudad por el cardenal Niño de Guevara en el sínodo diocesano de 1604.


La Estación de Penitencia según D. Luis Martín Rodríguez González (Cadiz, 2002)

Uno de los principales fines de las Cofradías de Penitencia es el rendir culto, tanto interno como externo a Dios Nuestro Señor y a su Santísima Madre, a través de las distintas advocaciones de cada una de ellas.

 

La Estación de Penitencia es el máximo exponente de culto externo y el broche de oro, que todo cofrade debe poner, a una Cuaresma coherente. Si para el cristiano la Cuaresma es un periodo de reflexión y compromiso, para el Cofrade tiene que ser mucho más. Para el cofrade, la Cuaresma, tiene que ser un periodo de examen, de reflexión sobre su vida religiosa, sobre su compromiso y actitud ante la llamada de Cristo, y aunque esto no es poco, no es ni mucho menos suficiente, porque el cofrade es un cristiano que, voluntariamente, ha adquirido una serie de obligaciones y compromisos.


Ser cofrade no es estar al corriente de la cuota de hermano; ser cofrade es hacer público testimonio de nuestra fe, participar en todos los actos y cultos de nuestra Hermandad, y cuando llega la Cuaresma, no solo analizar nuestra vida, sino también, analizar la vida interna de la Hermandad a la que pertenecemos. Y cuando intentamos mejorar nuestra vida, e intentamos ser coherentes con nuestra fe, debemos también buscar soluciones para mejorar la vida interna de nuestra Hermandad.


Cuando llegue la Semana santa y el cofrade participe en la Estación de Penitencia, debe sentir lo que hace desde que se coloca el hábito de su Hermandad, hasta que se lo quita, porque es sólo durante ese momento, mientras viste de penitente, cuando el cofrade tiene que pasar desapercibido. Durante todo el año deber permanecer visible y activo, pero durante la Estación de Penitencia, el cofrade, debe ser un hermano anónimo, debe ser uno mas. Nadie tiene que conocerlo, ni el debe preocuparse de reconocer a nadie. Cuando un cofrade viste el hábito debe olvidarse de todo cuanto le rodea y centrarse en un profundo examen de conciencia, es el momento de acercarse a Cristo, humildemente a pedirle perdón.

Los Directores Espirituales que forman parte del cortejo Penitencial deberían permitir a los Hermanos que se acercaran al Sacramento de la Confesión, porque no puede existir en la vida de un cofrade un momento más propicio a este. Una Cuaresma de reflexión, una Estación de Penitencia de arrepentimiento y en su transcurso, tras el propósito de enmienda... la Confesión.


Si existe algún lugar especial durante todo el recorrido es la Estación de Penitencia en la Santa Iglesia Catedral; aquellos que piensan que la Carrera Oficial es distinta a cualquier otra calle del recorrido se equivocan, porque la Carrera Oficial no es más que una serie de calles en las que coinciden todas las Hermandades, para que algunos puedan ver las procesiones sentados.

 

El lugar principal de toda Estación de Penitencia es la Catedral, y si concebimos la Cuaresma como un periodo de reflexión y la Estación de Penitencia como un propósito de enmienda; si pensamos que a todo penitente se le debería dar la opción de acercarse al Sacramento de la Confesión durante el recorrido, deberíamos opinar también que tras todo esto, el cristiano, el cofrade, el penitente, en la Catedral o en su Sede, tendría que poder acercarse al Sagrario y recibir, de manos del Sacerdote, al verdadero Cristo, a Cristo Eucaristía.


Las Estaciones de Penitencia de nuestra Hermandad

La Cofradía celebra dos Estaciones de Penitencia, el Vía Crucis cada Viernes de Dolores, y la Estación de Penitencia propiamente dicha del Jueves Santo.