Esperanza de recuperación
Según las crónicas de la época, la década de los sesenta fue
una etapa difícil para la Semana Santa lucentina que mostraba, por aquellos años, una clara decadencia. Sin embargo, esas mismas crónicas reflejaban como la Cofradía de la Sangre, la Cofradía de la
Soledad y la joven Cofradía Estudiantil del Cristo de la Salud y Misericordia (Silencio), no solo mantenían su esplendor a pesar de los tiempos adversos, sino que se las consideraban cofradías
claves para la deseada recuperación de la Semana Santa. De esta forma, destacaban de dichas cofradías su organización y su seriedad en sus desfiles procesionales lo que era motivo de esperanza
para recuperar la pujanza de la semana mayor.
Muestra de la referida decadencia que sufría la Semana Santa por aquel entonces, fue la definitiva interrupción de los desfiles procesionales de la Archicofradía del Carmen que ya no celebró su
Estación de Penitencia el Miércoles Santo de 1.961. Esta triste circunstancia propició que la Cofradía del Silencio recuperase el uso del trono del Cristo de la Misericordia (Camisitos) desde ese
mismo año.
Foto: El Cristo del Silencio sobre el trono del Cristo de la Misericordia (Camisitos)
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