D. FRANCISCO RODRIGUEZ DELGADO, TAMBOR DE ORO 2.013 - 2.014

Superación frente a la adversidad con su esperanza siempre receptiva a su voluntad.

Llegó el día y la hora. Ha llegado con algo de demora, pero al final, como el día a la noche o la noche al día, todo acaba alcanzando su momento. Y esta fecha tenía que marcarse tarde o temprano en las hojas de un calendario. Esta Cofradía no podía dejar de honrar toda su valía, su esfuerzo y su sacrificio. Sabemos que no se siente cómodo en estas situaciones que, de alguna forma, le obligan a ser el centro de las miradas y de los agradecimientos. Pero es difícil que pueda eludirlas simplemente porque a lo largo de su vida ha ido dejando, sin darse cuenta, una huella tan imborrable que es senda segura para el que desee seguirla y aprender de ella. Paradójicamente, con su ejemplo, ha conseguido lo contrario de lo que pretendía porque, lamentablemente, cofrades como él hay pocos, ....muy pocos, y lo extraordinario siempre prevalecerá sobre lo ordinario impuesto por una simple como contundente ley de vida.

 

Siempre ha rechazado lejos de él, el tentador afán de protagonismo que tan fácil lo tiene hoy día para embaucar con su alargada y egoísta sombra. No le ha hecho falta su oscura compañía para sentirse cerca de El en su “Silencio” y de su Bendita madre Dulce y Buena llenando plenamente todo su ser a sabiendas de que lo daba todo por ellos y no se reservaba nada. Sabedor de lo verdaderamente importante en estas lides, se ha dedicado a trabajar sin pedir nada a cambio, sin esperar nada a cambio, sin reclamar ninguna medalla. El verdadero legado que ha dejado en esta Hermandad, no ha sido que formara parte de aquel grupo de amigos que decidieron cambiar la historia de nuestra Semana Santa creando la Hermandad de Tambores Enlutados. Su legado es, sencillamente, su ejemplo de vida íntimamente ligada a lo que debe ser la vida de una persona que se siente y se sabe cofrade. No hay duda que invada nuestro ser, esta Hermandad está donde está gracias al legado de personas como él. Que abrumadora responsabilidad para este Hermano Mayor dirigir, en colaboración con su Junta de Gobierno, los destinos de la Cofradía que atesora tal riqueza. 

 

Han sido, nada más y nada menos, que 18 años casi ininterrumpidos trabajando incansablemente en el seno de esta Hermandad entregando su esfuerzo y su saber en cargos, siempre, de mucho más calado oculto que exorno y brillo externo. Pero como siempre ocurre, el trabajo bien hecho, milimétricamente realizado, con una precisión solo equiparable al amor con el que ejecuta, termina dando su fruto y reluciendo para admiración de los que han llegado tras de él.

Como así se ha alcanzado el día de hoy, también llegó el día en que decidió, con tremenda humildad, dejar su sitio a otro hermano que continuara la labor. No hay duda. No fue su consejera la fatiga de los años transcurridos, no hizo caso alguno a la llamada seductora de otros destinos. Simplemente, sabía que la generosidad siempre debe prevalecer.

 

Ya han pasado muchos años, pero cada madrugada de Jueves Santo, desde su privilegiado balcón que le regala uno de los momentos más esperados de nuestra Semana Mayor, de alguna forma resucita sus vivencias impregnadas de la amistad de los que trabajaron junto a él en el seno de esta Cofradía, mientras habla con El antes de contemplar en Silencio su sobrecogedora subida por las escaleras del Coso. Aun hoy, como ocurriera en aquel preciso instante en el que unas baquetas golpearan por primera vez en un tambor enlutado, su alma se sigue estremeciendo y emocionando al escuchar el ronco y triste anuncio de la muerte del hijo de Dios.

 

Humilde, sencillo, generoso, trabajador…. cuantos calificativos encajan a la perfección en su corazón. Pero hay uno que, para terminar, no sería justo dejar pasar. Sería imperdonable dejarlo cautivo entre estas líneas…. Superación, superación frente a la adversidad… con su esperanza siempre receptiva a su voluntad. Otros no pueden ni acercarse ante tal grandeza. Otros caerían rodilla en tierra sin remisión, ante el primer tropiezo.

 

Jesús Rodríguez

 


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