Dª. NATIVIDAD MORALES ORDOÑEZ, INSIGNIA DE ORO 2015-2016

Tras toda una vida, después de tanta generosidad vertida, somos nosotros los verdaderos galardonados con el premio de su compañía, de su inmenso corazón, y de su extraordinario ejemplo de vida. 

Desde hace más de dos largas décadas, su casa es también, de alguna forma, la casa del Cristo del Silencio. En ella, se han guardado, cuidado y mimado todos esos enseres de nuestro Titular, que requerían un trato…... una caricia especial, cada vez que unas manos debían tocarlos. Y doy Fe, que su elección hace ya tantos años como Camarera, no pudo ser más acertada. Sin ser hermana de esta Cofradía, con solo tratarle, con solo disfrutar de un ameno debate de tarde, uno sucumbe rápidamente en el convencimiento de que esto, ….lo de los Enlutados, lo lleva también en la sangre. Que su Cristo, es también su niño al que le prepara cada año sus pañitos, sus purificadores, y sus sudarios, esos sudarios que son también benditos. Que disfruta dejándolo todo preparado, cuidando cada detalle de esa Misa tan querida para nosotros en las vísperas del Vía Crucis. Él, y solo El, quiso que ella cuidase de sus cosas.

 

No le hace falta ser hermana, ya que sin serlo, irradia aroma de Enlutada. Enlutada de sentimiento, porque si, porque lo vive. Porque siente que durante el año solo hay tres noches que estremecen sus adentros. La de su Misa de Regla que prepara con su hija y con tanto esmero; la de su Vía Crucis porque sabe que El sale a la calle al encuentro de tanto tormento; y su oscura Madrugada donde cada año nos muestra su infinito amor clavado en ese madero.

 

Enlutada,… si….. de convencimiento….. mostrando a todos lo que es ser fuerte con la entrega de su vida por los suyos…. sin una queja, ni un lamento. Enlutada incluso por linaje… Morales y Ordoñez, lleva grabados a fuego en su ser, como lo están también en las raíces que un día forjaron esta Hermandad con verdadero amor fraterno.

 

Si…, le guste o no ha dejado ya impresa su huella imborrable en la historia de esta Cofradía. Por su labor callada, por un trabajo que no se muestra pero que ella, como nadie, hace que se impregne de cariño y ternura inmensas. No es difícil sentir esa devoción al pasar bajo el pequeño umbral de su puerta,…. tras el cual siempre nos recibe una cariñosa sonrisa que termina tornándose en carcajada, y que nos anuncia de forma clara, que estamos como en nuestra casa.

Nunca se vistió de negro y blanco, pero ha vivido muy de cerca como nacía una verdadera familia al amparo de una verdadera Hermandad, …. Hasta en eso, Él…. ya le quiso cerca, para que fuese su particular notaria de como de la semilla de la humildad, nacía algo tan hermoso, sincero y rebosante de lealtad.

 

Es de los nuestros, y para mencionarlo con verdadero fundamento, no hacen falta papeles ni documento, solo la manifestación tajante de su corazón, enlutado, humilde, trabajador y honesto. De querer y poder hacer las cosas con la energía del amor que genera en torno a su vida, y con ese brillo inconfundible que aparece en sus ojos, cuando sabe que es el Silencio el que le llama con arrojo.

Hoy, y aquí, además le tengo que dar las gracias. Las gracias infinitas por ser nuestra amiga, por haber aceptado seguir a Su lado, caminando también…. junto a este hermano. Por hacer las cosas tan fáciles y tan hermosas, por enseñarnos como se coge una cruz sin vacilación,…. sin perder nunca, esa sonrisa, ni su abrumadora determinación.

 

Tras toda una vida, después de tanta generosidad vertida, somos nosotros los verdaderos galardonados con el premio de su compañía, de su inmenso corazón, y de su extraordinario ejemplo de vida. 

 

Jesús Rodríguez López

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