ESTACION DE PENITENCIA DEL JUEVES SANTO (2.014). CRONICA Y FOTOS.

De nuevo, la madrugada del Jueves Santo de Lucena se inundó de "Silencio", oscuridad y respeto al paso de la Cofradía y del Cristo de la Salud y Misericordia.

Un año más, como ya es habitual, la Plaza Nueva aguardaba completamente repleta de público a que el reloj del Ayuntamiento marcase la emblemática hora de las 12 de la noche para que la oscuridad y el silencio se apoderasen de las calles de Lucena.

 

En esta ocasión, las horas previas estaban marcadas por la disputa, como ocurriera algunos años atrás, de la final de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el Barcelona. La Junta de Gobierno, después de la experiencia vivida años atrás, no preveía que este esperado evento deportivo afectase al desarrollo normal de la Estación de Penitencia como así ocurrió finalmente.

 

En torno a las 22:30 horas, los hermanos comenzaron a llegar a la Casa Hermandad donde minutos antes la Junta de Gobierno había celebrado la pertinente reunión de organización de la Estación de Penitencia, y deliberación y votación secreta del hermano que tendría el honor de ser manijero del Silencio el próximo año.

 

A las 11 de la noche, la Hermandad perfectamente formada, se dirigió hacia la Parroquia donde ya aguardaba el Cristo del Silencio y la Cuadrilla de Santeros con su manijero, Lucas Cruces, a la cabeza. En el interior del templo, se vivió el preceptivo acto de oración reservado a los hermanos y los santeros. Terminado este, el paso procesional comenzó a desfilar por la nave central ya en completa oscuridad camino del cancel de la Parroquia mientras se interpretaba, por primera vez en esta noche, el toque de silencio. Todo estaba ya listo y dispuesto para que las enormes puertas de San Mateo se abrieran a la oscuridad y al recogimiento. El Hermano Mayor, con su anuncio de la muerte de Cristo, daba la señal para que se iniciara la Estación de Penitencia. Eran, como no podía ser de otra forma, las 12 de la noche en punto.

 

Una incesante lluvia de flashes rompía la oscuridad mientras que los hermanos, en torno a 200, salían del templo y en el momento preciso en que el Cristo del Silencio accedía a la Plaza Nueva mientras que su imponente sombra iba marcando los sillares de la fachada principal de San Mateo. Momento sublime, intenso, emocionante. El Silencio ya estaba en la calle.

 

El cortejo se adentraba en la calle La Villa y en el Pasaje del Cristo del Amor ofreciendo instantes de una gran belleza. Se acercaba otro de los momentos más esperados por las miles de personas que presenciaban la Estación de Penitencia regalando a la Cofradía su respeto. La cuesta del Castillo y el Coso estaban ya a la vista. Como siempre, el paso de la Cofradía y del Señor del Silencio por esta parte del itinerario fue sobrecogedora, con una atmosfera embriagada de recogimiento y oración. El tránsito por el Coso y la subida previa de las escaleras a esta plaza de nuestra ciudad, volvieron a ser objeto de una enorme expectación. 

 

Tras el Coso, comenzaba la segunda parte de la Estación de Penitencia, más tranquila y sosegada, y donde el Silencio se vive y respira de forma más íntima y profunda si cabe. Las calle San Pedro y El Agua permiten a la Hermandad disfrutar de su Titular mientras que el público se traslada al final de la Calle El Peso y Plaza Nueva para ir tomando posiciones y presenciar el regreso del Cristo del Silencio a su templo.

 

Como todos los años, a la altura Dios Padre en la Calle El Agua, la Cofradía de la Santa Fe nos obsequia la ermita abierta y la bella estampa de su Titular con la candelería encendida esperando ya la tarde del Jueves Santo. A la vuelta, la siempre difícil calle El Peso y recta final del itinerario con la subida a la Plaza Nueva a través de la cuesta del reloj.

 

Ya en la Plaza Nueva, los hermanos de tambor y de vela rodearon a su titular para presenciar, en absoluto silencio solo roto por el lamento de los tambores, como el Cristo del Silencio se dirigía poco a poco hacia la puerta de San Mateo. En torno a las 2:45 de la madrugada, el Señor de la madrugada lucentina entraba en el templo entre las oraciones íntimas y sentidas de sus devotos.

 

Acto seguido, la Hermandad tomó el camino de vuelta a la Casa Hermandad donde aguardaba el merecido refresco. Finalmente, la Junta de Gobierno desprecintaba la urna de votaciones, y anunciaba el nombre del hermano que el año próximo tendrá el honor de ser manijero del Cristo del Silencio, recayendo dicha responsabilidad en D. Raúl Campaña López.

 

Un año es muy largo. Es un tránsito que, a medida de transcurre, afianza y fortalecen las ilusiones para ver al Silencio entre sus hermanos y la noche más oscura. Pero como siempre ocurre, después de la larga espera, a los enlutados se nos escapan de entre las manos estos momentos que vuelven a emocionarnos hasta lo más profundo del corazón. El reloj, esa misma madrugada, se puso a cero y se inició, de nuevo, la larga espera y el nacimiento de nuevas ilusiones.

 

 

“Santísimo Cristo del Silencio, ten Misericordia de Nosotros.”

 

Fotos: Gentileza de Juan Pérez.


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